La Esperanza es una Flor que nace del Corazón y crece hacia y ayudada por ese diminuto rayito de Luz que asoma tímido entre los nubarrones grises del cielo del mañana.
La Esperanza es simplemente pensar positivo. Pensar que todo se solucionará, que todo cambiará a mejor, que todo se arreglará...
La Esperanza unida a la Fe es la fuerza que hace Milagros. Es enviar energía positiva a nuestro futuro, es bendecir el mañana, es disfrutar y alegrarse ahora por algo que aún no ha sucedido.
La preocupación, en cambio, es lo contrario a la Esperanza. La preocupación nos debilita, nos quita fuerzas, nos hace insignificantes marionetas de un destino que imaginamos agrio y oscuro.
Cuando nos preocupamos estamos maldiciendo nuestro presente y nuestro futuro, estamos cavando nuestra propia fosa, estamos haciendonos una brujería a nosotros mismos. Y por supuesto con la misma fe que podíamos haber puesto en pensamientos positivos que iluminaran el mañana, nos dieran Paz interior, Bienestar y alegría.
La preocupación realmente no existe, es una mentira, una trampa en la que ha caido toda la Humanidad desde el Principio de los Tiempos. En toda la historia que ha escrito el ser humano nunca nadie ha solucionado nada preocupándose y aún hoy en día nos seguimos preocupando.
La preocupación es síntoma de miedo, lo contrario al Amor, también sintoma de inseguridad, de poco amor propio, de poca Fe y valoración personal.
La Esperanza en cambio abre e ilumina el Corazón llenándolo de regocijo y creando magia de la nada.
La Esperanza llena de Vida nuestra Alma, nos hace suspirar de satisfacción. Es un Himno a la Creación y un Homenaje al Creador.
Con la Esperanza decimos callados que Dios no se ha olvidado de nosotros y siempre habrá un Amanecer y un nuevo día lleno de Paz, Amor y Felicidad.